Avanzamos hacia un futuro que nos exige mayor responsabilidad, que nos reclama cuidar nuestro planeta.
Un aspecto clave son los materiales utilizados para la construcción y, dentro de estos, los usados para la elaboración de ventanas, y más concretamente para la elaboración de su marco.
A partir de aquí nos hacemos la pregunta:
¿Cuál debe ser el material elegido para elaborar el marco de la ventana del futuro?
Según expone en su web el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), "la economía circular es aquella en la que se maximizan los recursos disponibles, tanto materiales como energéticos, para que éstos permanezcan el mayor tiempo posible en el ciclo productivo". La economía circular aspira a reducir todo lo posible la generación de residuos y a aprovechar al máximo aquellos cuya generación no se haya podido evitar.
Según un estudio publicado recientemente por la AEA (Asociación Española del Aluminio y Tratamientos de Superficie), emitido por la consultora IDNOVAM y denominado “INDICADORES DE CIRCULARIDAD DEL ALUMINIO, PVC Y MADERA”, el aluminio es casi cuatro veces más circular que el plástico pvc y cerca del doble que la madera.
Frente a la madera y al plástico denominado PVC, el aluminio se postula como el material más indicado para un futuro que se rija por los principios de la Economía Circular.
El valor medio se ha extraído a partir de varios indicadores obtenidos por diversos métodos, en concreto, la Puntuación de Reutilización de Material (PRM) de la certificación “Cradle to Cradle”, el Indicador de Circularidad Material (ICM) propuesto por la Fundación Ellen MacArthur, y el Índice de Circularidad (IC) propuesto por el profesor Cullen de la Universidad de Cambridge. Los resultados de estos índices aportan, así, una horquilla en cuanto a la circularidad de cada material, siendo estos intervalos:
ALUMINIO:
Presenta valores de circularidad entre el 65,9% para el ICM, el 75,3% del PRM, y el 66,7% para el IC.
Plástico PVC:
Los indicadores estudiados se encuentran entre el 10,1% obtenido para el IC, y el 24,4% para el ICM.
MADERA:
Se han obtenido valores de 35,5% para el ICM y 43,3% para el PRM.
*Puede encontrar los enlaces a los estudios referidos al final de esta página web.
“Se llama desarrollo sostenible a aquel que es capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de las futuras generaciones”.
Para evaluar la sostenibilidad del uso de los materiales se ha de tener en cuenta tanto la condición renovable o no de los recursos, como el carácter permanente o no de los mismos.
Si bien el concepto de recurso renovable se ha tratado en profundidad durante décadas, no sucede igual con el de material permanente. Los materiales permanentes se caracterizan por el reciclaje repetitivo sin pérdida de calidad y la mínima degradación de sus propiedades intrínsecas durante la etapa de uso y los sucesivos reciclajes.
Un reciente estudio elaborado por la AEA titulado “CONTRIBUCIÓN DE LOS MATERIALES PERMANENTES AL USO SOSTENIBLE DE LOS RECURSOS” concluye que:
ALUMINIO:
El aluminio cumple con todos los requisitos de los materiales permanentes, contribuyendo así al uso sostenible de los recursos de los que procede. El aluminio se caracteriza por su elevada reciclabilidad (100% reciclable infinitas veces). Las tasas de recuperación del aluminio alcanzan el 95%. El aluminio no tiene sustancias que puedan resultar perjudiciales para la salud y el medio ambiente. Se produce a partir de la bauxita, mineral no renovable pero muy abundante en la corteza terrestre.
Plástico PVC:
El PVC (policlorurode vinilo) no cumple con los requisitos de los materiales permanentes, por lo que no contribuye al uso sostenible de los recursos de los que procede. El PVC, como el resto materiales plásticos, se produce a partir de coproductos generados tras la destilación de petróleo en las refinerías, lo que lo convierte en un material no renovable. Es una combinación química de carbono, hidrógeno y cloro. Sus componentes provienen del petróleo bruto (43%) y de la sal (57%). Se obtiene por polimerización del cloruro de vinilo, cuya fabricación se realiza a partir de cloro y etileno.
MADERA:
La madera es un material renovable, por lo que de partida no cumple con los requisitos de los materiales permanentes. No obstante, se puede garantizar el uso sostenible del recurso siempre y cuando se realice una gestión adecuada de los bosques y se garantice la cadena de custodia.
*Puede encontrar los enlaces a los estudios referidos al final de esta página web.
Reciclar es “someter un material usado a un proceso para que se pueda volver a utilizar”. Estamos de acuerdo que hay muchos materiales que pueden ser reciclados, al menos una vez, pero lo que debemos analizar no es solo esto, sino otros factores muy relevantes como, ¿cuántas veces se puede reciclar?, ¿qué cantidad de un material finalmente se recicla, cual es su tasa de recuperación?, ¿qué calidad de producto se obtiene tras el reciclaje?
Estas y otras cuestiones obtienen respuesta en el estudio “CONTRIBUCIÓN DE LOS MATERIALES PERMANENTES AL USO SOSTENIBLE DE LOS RECURSOS” donde podemos encontrar:
ALUMINIO:
Es un material 100% reciclable sin perder propiedades, pudiéndose reciclar infinitas veces. Su tasa de recuperación es elevadísima, en el caso del aluminio utilizado para ventanas, hablamos de un 95%. El alto valor de la chatarra de aluminio garantiza la existencia de una cadena logística de recuperación.
Plástico PVC:
El reciclaje de PVC de construcción se realiza por triturado de los perfiles. Durante el proceso se produce una degradación termomecánica y supone una pérdida de propiedades en los plásticos reciclados que afecta a su comportamiento mecánico y aspecto. A la degradación termomecánica se une la degradación derivada del uso del material.
En construcción, la tasa efectiva de PVC enviado a reciclaje se sitúa en un 34%, mientras que el 41% se envía a valorización energética (se quema) y el 25% restante a vertedero. La principal barrera para incrementar la tasa de reciclaje se encuentra en la falta de rentabilidad económica del proceso.
La contaminación afecta a la pureza de los residuos plásticos, y por lo tanto a la calidad del producto. La cantidad máxima de PVC reciclado que se puede incorporar en la fabricación de nuevos perfiles es del 30%, mientras que el número de veces que se puede reciclar es limitado.
La recogida de los residuos de PVC constituye el principal cuello de botella en relación a la disponibilidad del material para su reciclado. Esto es debido a la baja rentabilidad del proceso en su conjunto ya que los costes netos del reciclado, es decir, los costes de recogida, separación y transformación, menos los ingresos obtenidos de la venta de los productos reciclados, no son competitivos frente a los de otras vías de gestión de residuos.
Aunque el sector ha dedicado grandes esfuerzos en la eliminación paulatina de metales como el plomo, en la actualidad, el reciclaje del PVC postconsumo se ve comprometido por la presencia de este metal en todo el PVC instalado con anterioridad a la entrada del Reglamento REACH. En este sentido, el Parlamento Europeo considera que la restricción del uso de plomo en el PVC no solo se ha de aplicar a la producción de PVC virgen sino también al PVC obtenido del reciclaje (Resolución del Parlamento Europeo, de 12 de febrero de 2020, sobre el proyecto de Reglamento de la Comisión por el que se modifica, en lo que respecta al plomo y sus compuestos, el anexo XVII del Reglamento (CE) n.o 1907/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo, relativo al registro, la evaluación, la autorización y la restricción de las sustancias y mezclas químicas (REACH)).
MADERA:
La madera recuperada puede ser triturada y convertida en tableros de aglomerado para volver a ser consumida o incinerada (valorización energética). Los tableros de fibras y los de partículas, son derivados de la madera que surgen como consecuencia de su aprovechamiento integral. La tasa de recuperación de la madera en ventanas se establece en un 95%, pero se envía a incinerar.
*Puede encontrar los enlaces a los estudios referidos al final de esta página web.
“Una ventana para un futuro mejor debe estar elaborada de un material duradero, que necesite poco o escaso mantenimiento. La durabilidad de una ventana es muy importante a la hora de considerarla también como ventana sostenible”.
En la “Tabla 3. Vida útil de ventanas” del estudio “INDICADORES DE CIRCULARIDAD DEL ALUMINIO, PVC Y MADERA”, se puede verificar que las ventanas de aluminio son, con diferencia, las más duraderas y las que necesitan un menor mantenimiento.
ALUMINIO:
Una característica destacable del aluminio es su durabilidad. Logra mantenerse durante muchos años sin deformaciones ni pérdidas de color o calidad, incluso en condiciones climáticas muy exigentes. Esto evita que se produzcan pérdidas por transmisión y por infiltración del aire que, de producirse, afectarían muy negativamente al ahorro energético. Además, las ventanas de aluminio son inmunes a los efectos nocivos de los rayos UVA y requieren de poco o nulo mantenimiento. La duración del aluminio es, simplemente, incuestionable, alcanzando una media de 46 años entre todas las referenciadas.
En el aluminio no se produce degradación frente al agua y la radiación ultravioleta, dos de los principales agentes a los que se encuentran expuestos los cerramientos de los edificios. Esto supone que la durabilidad sea elevada, pero además se incrementa al incluir acabados como anodizado y lacado.
Plástico PVC:
En el PVC, los efectos negativos derivados de la exposición a la radiación ultravioleta pueden ser significativos, afectando a sus propiedades mecánicas. Para evitar esta degradación, los materiales como el PVC se procesan con cantidades significativas de aditivos como estabilizantes frente a la radiación UV o antioxidantes. Esto aumenta notablemente la cantidad de contaminantes potenciales al final de la vida útil del producto.
La durabilidad de los perfiles de PVC se ve afectada por todas estas circunstancias, acortando la vida útil de los cerramientos en relación a otros materiales.
La resistencia y dureza del PVC es más limitada, de hecho necesita un refuerzo interior para evitar deformaciones, que normalmente es de acero. Respecto a su vida útil, es muy inferior a la del aluminio, situándose en una media de 26 años entre todas las referenciadas.
MADERA:
La carpintería de madera necesita tratamientos para protegerla de la penetración de humedad y así poder garantizar una larga durabilidad, la cual se puede conseguir con una buena conservación. Otro gran inconveniente es que necesitan un mayor mantenimiento. Dependiendo del clima y la orientación donde se sitúen, necesitarán que cada cierto tiempo se renueve la capa de laca que las protege. En el mercado existen soluciones que combinan la madera con el aluminio para mejorar la durabilidad y resistencia de la ventana.
*Puede encontrar los enlaces a los estudios referidos al final de esta página web.
“Otro aspecto realmente relevante es que la ventana del futuro sea energéticamente eficiente, que ayude a consumir menos energía para climatizar las estancias”.
Pero para perpetuar esta eficiencia, la ventana debe mantener intactas sus cualidades. En el caso de productos que desempeñan su función en exteriores, como son las ventanas, los efectos provocados por la exposición a la radiación ultravioleta pueden llegar a ser significativos.
Si analizamos los distintos materiales desde un punto de vista de eficiencia, podemos extraer que:
ALUMINIO:
Un riguroso estudio* del prestigioso laboratorio Tecnalia concluye que, a corto plazo, una ventana de aluminio produce el mismo ahorro energético que una de plástico PVC. (*estudio denominado: "Determinación de la importancia de los factores de influencia de una ventana en la demanda energética de un edificio”).
El avance tecnológico del sector del aluminio ha posibilitado crear ventanas de máxima eficiencia, añadiendo además las ventajas que supone usar aluminio en su composición: sostenibilidad, reciclabilidad, seguridad, economía circular o estética.
En el aluminio no se produce degradación frente al agua y la radiación ultravioleta, dos de los principales agentes a los que se encuentran expuestos los cerramientos de los edificios. Por ello, a lo largo de todo su ciclo de vida la ventana de aluminio conseguirá mantener intactas sus propiedades, lo cual se verá reflejado probablemente en un mayor ahorro.
Plástico PVC:
El plástico es un material aislante, y por lo tanto las ventanas de plástico PVC lo son. El posible inconveniente se centra en su capacidad de mantener intactas sus cualidades con el paso de los años, debido a la posibilidad de sufrir deformaciones que afecten a su eficiencia.
Los efectos provocados por la exposición a la radiación ultravioleta pueden llegar a ser significativos en el caso de los polímeros termoplásticos como el PVC, ya que la energía de la radiación ultravioleta (rango de 280 a 400 nm) es del mismo orden que la energía que mantiene unidos a los átomos de carbono dentro de las macromoléculas. La degradación por radiación UV de los plásticos también afectan a sus propiedades mecánicas.
Para evitar esta degradación, los materiales como el PVC se procesan con cantidades significativas de aditivos como estabilizantes frente a la radiación UV o antioxidantes.
Algunos de estos aditivos, como sucede con los antioxidantes y estabilizantes de la UV, cumplen su función degradándose intencionadamente, lo que aumenta la cantidad de contaminantes potenciales en el material al final de su vida útil. Esta contaminación afecta a la pureza de los residuos plásticos a la entrada del reciclaje provocando una pérdida en la calidad del producto final y en la eficiencia del propio proceso.
MADERA:
La madera como material ofrece un gran aislamiento. Para mejorar la durabilidad y resistencia, y por lo tanto la eficiencia a largo plazo, en el mercado existen soluciones que combinan la madera con el aluminio.
*Puede encontrar los enlaces a los estudios referidos al final de esta página web.
De los factores analizados, es evidente que la ventana del futuro y del presente debe estar elaborada con materiales sostenibles, realmente reciclables y que fomenten la economía circular. Estas características son básicas, ya que de ellas depende participar en la construcción de un mundo mejor.
Junto con los principales factores a tener en cuenta, también debemos valorar otros como la durabilidad y la eficiencia energética.
Tras esta comparativa, vemos que el ALUMINIO es el material más adecuado para confeccionar las ventanas del futuro, seguido por la madera.
El aluminio es casi cuatro veces más circular que el plástico PVC y cerca del doble que la madera
El aluminio es un material 100% reciclable sin perder propiedades, pudiéndose reciclar infinitas veces. Su tasa de recuperación es elevadísima, en el caso del aluminio utilizado para ventanas, hablamos de un 95%.
El plástico PVC no cumple con los requisitos de los materiales permanentes, por lo que no contribuye al uso sostenible de los recursos de los que procede. En construcción, la tasa efectiva de PVC enviado a reciclaje se sitúa en un 34%, mientras que el 41% se envía a valorización energética (se quema) y el 25% restante a vertedero.
Está claro que no debemos dudar a la hora de elegir el material del marco para una ventana o cerramiento, ya que solo 2 opciones son posibles, y de ellas el aluminio es la mejor alternativa.
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